Visas H-2A: Experiencias

Luisa y Ricardo, dos formas de hacer reclutamiento

Luisa y Ricardo llegaron a Estados Unidos con su visa H-2A, pero las historias de sus reclutamientos tienen elementos muy diferentes. Una experiencia es negativa, plagada de abusos y situaciones incómodas, mientras que la otra es una experiencia positiva y respetuosa de los derechos de la persona trabajadora. Compara ambas situaciones con la tuya o con la de algunos de tus compañeros de trabajo.


Luisa, de Sinaloa, México, llegó a Georgia para trabajar con una visa H-2A. Su empleador, Paul, es un contratista laboral H-2A que la reclutó directamente en Sinaloa, y le cobró a Luisa más de $200 por recibir información sobre el empleo; además le prometió que el trabajo sería para cosechar duraznos. Luisa pidió dinero a un prestamista local en Sinaloa para pagarle a Paul por la oportunidad de trabajo y para cubrir los costos de transporte a Georgia.

Cuando llegó a su primer día de labores, Luisa tenía una deuda de más de $600 dólares. Cuando preguntó por su contrato, Paul se negó a darle uno en español y, en cambio, le exigió que firmara documentos que no podía leer ni entender. Luego, Paul informó a Luisa que solo le reembolsaría los costos de transporte a México cuando terminara su contrato. Esto significa que ella no tenía la opción de irse si quería recuperar el dinero que debía.

Después de solo una semana recogiendo duraznos, Paul trasladó a Luisa y a sus compañeros al estado de Kentucky para recoger hojas de tabaco. Luisa no recibió guantes de protección y se enfermó al trabajar con las hojas de tabaco. Al pedir ayuda médica, Paul la amenazó con dejarla allí si no se callaba y continuaba trabajando. Luisa no sabía exactamente dónde estaba en Kentucky y tenía miedo de ser abandonada. Cuando Paul le pagó a Luisa y a sus compañeros, había deducciones salariales que no podían entender. Paul les advirtió que si le hacían preguntas a alguien acerca de las deducciones, o pedían ayuda, él se encargaría de que los deportaran a todos.

La situación empeoró. Hubo días en que a Luisa y a sus compañeros se les negó agua para tomar y descansos. En los peores momentos, Paul alimentaba a sus trabajadores con poca comida y les cobraba una hora de trabajo por ello. A pesar del abuso y las terribles condiciones, Luisa tenía demasiado miedo de dejar su trabajo porque todavía debía cientos de dólares al prestamista de Sinaloa.

Ricardo, de Veracruz, México, vino a California a recoger fresas con una visa H-2A. Se enteró de la oportunidad laboral a través de una organización civil en su ciudad natal que colabora con CIERTO, reclutador registrado en México. Ricardo acudió a una entrevista, fue seleccionado y luego participó en un taller de capacitación, en el que recibió información sobre el nombre del rancho, le explicaron su contrato, los costos, el proceso y la duración del contrato de trabajo en California.

A Ricardo nunca se le cobró una tarifa por esta información. El único costo que tuvo que pagar fue la emisión de su propio pasaporte. Después de ser aprobada su visa, el reclutador, con supervisión de la organización civil, gestionó su traslado para viajar a la frontera de Estados Unidos, y luego a la granja de fresas en California.

Antes de salir del país, Ricardo recibió su contrato en su idioma (español) y recibió información sobre los consulados mexicanos cercanos a su lugar de trabajo. Ricardo no tuvo que pagar por la solicitud de visa porque CIERTO asumió el gasto y el rancho se lo reembolsó.

Ricardo trabaja cinco días a la semana, de 7 a.m. a 3 p.m., y su empleador le proporciona guantes y otros equipos de protección sin ningún costo adicional. Debido a que trabaja en California, a Ricardo le pagan $14.77  por hora, el salario legal para el estado.

Ricardo vive en una casa limpia y segura en la propiedad de su empleador con otros cuatro compañeros de trabajo. Todos tienen un espacio adecuado, una cama, un baño que comparten, cocina y agua potable. En una de las paredes de la casa, Ricardo puede ver y comprender fácilmente cómo presentar una queja si es necesario. Los fines de semana, Ricardo y sus compañeros de trabajo toman prestado un vehículo provisto por el empleador para viajar a la ciudad y comprar alimentos y suministros. La visa y el contrato de trabajo de Ricardo finalizarán en noviembre. A partir de entonces, su empleador pagará los costos de transporte para que regrese a su hogar en Veracruz, México.


Si algunos de los ejemplos en esta historia te han ocurrido a tí, y necesitas ayuda o tienes preguntas, llama al 1-888-373-7888. Especialistas capacitados siempre están disponibles para ayudarte 24/7. Es gratis, confidencial y seguro.

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